Muchas veces me paso tener ganas de escribir, muchas ganas de escribir, de expresarme con facilidad en el único lugar donde no tengo barreras ni limites.
Puedo tranquilamente imaginarme que soy un súper héroe más poderoso que superman, spiderman y Batman juntos, que salva a toda la tierra de extraterrestres nazis que vienen a chuparles los cerebros a los pobres humanos desahuciados.
O puedo ser un jeque árabe que posee un harén de hermosas doncellas que mueren de amor por mí.
Es mi mundo, mi espacio tridimensional que posee solo tres componentes primordiales y básicos; un papel, una pluma y mi ser.
No hay nadie más que interceda en éste universo mágico y demente, nadie que pueda opinar, añadir o quitar nada.
Puedo describir cosas como éstas;
“Una mañana desperté solo en mi cama y pude ver en mi ventana como dos bellas y perfectas gotas de agua jugaban una carrera hacia su propia destrucción. Era increíble ver como se esforzaban por tomar velocidad y aventurarse a su fatídico fin. En un momento pude notar como la gota de la izquierda hizo una maniobra desesperada y tonta, al ver que estaba siendo superada por la otra, se desvió hacia su siniestra perdiendo gran velocidad. La gota que seguía su rumbo en dirección recta se sintió aliviada y pude ver como una sonrisa de triunfo le invadía el rostro.
Me sentí mal por la pobre gota derrotada porque pude ver como su marcha se estaba aminorando hasta que casi no se movió más. Quise levantarme y ayudarla, pero creo que los dioses no estarían muy contentos con mi intromisión.
Cuando parecía que la carrera llegaba a su fin, ocurrió algo imprevisto. Pude notar en la pobre gota estancada una mueca de satisfacción, de felicidad, inclusive de triunfo. Por un instante me quede reflexionando, hasta que por fin creí ententerlo: hubo una mirada cómplice y los dos vimos como su contrincante llegó a la meta, como cruzó la cinta cuadriculada y recibió el aplauso que todo campeón recibe. Juntos vimos su coronación y su instantánea destrucción contra el marco de pino cepillado de la parte inferior de la ventana.
Un segundo más tarde una gota un poco más delicada y refinada tomo el camino que mi nueva amiga había dejado y de a poco se fue acercando, acortando así la distancia entre ellas. En ése momento termine de comprender todo. Estuvo esperando toda su vida éste momento, sí, lo dije bien toda su vida, su corta vida. No fue una mala decisión la que tomo, no llego a la meta, no recibió aplausos, pero que importa, está manejando su propio destino.
Mientras éste pensamiento filosófico viajaba de sinapsis en sinapsis vi como un rito se celebraba en el vidrio de mi ventana.
La nueva y delicada gota comenzó a acercarse a mi vieja amiga, despacio, suavemente, midiendo cada milímetro de territorio. Pasaron algunos segundos, que parecieron largos inviernos, y pude ver como la unión se estaba consumando. Como rozaron sus cuerpos, se miraron fijamente, disfrutaron de sus aromas y se fundieron en un beso interminable, por fin se hicieron uno.
Juntos bajaron lentamente hasta perderse entre el polvillo húmedo que protegía a mi pequeña ventana.
Me sentí triste, estaba otra vez solo…”
Puedo expresarme tranquilamente y ser feliz durante el tiempo que quiera. Pero muchas veces me sentí como hoy, con muchos sentimientos en lo profundo de mi ser pero sin poder encontrar la forma de plasmarlos en el papel, otro día con poca inspiración.
“SEISU”
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