Es increíble como una imagen puede ser totalmente diferente si hay algo que se interpone entre ésta y el ojo del observador. No hace falta que sea algo evidente, es mas de eso se trata, de algo imperceptible y hasta inocente...
Durante largos minutos estuve observando a mi mano dentro del agua cristalina, cómo al zambullirla adentro se volvía rara, un poco más grande y gorda, y si metía hasta el antebrazo parecía partido y fuera de sí.
En ése momento de meditación profunda e infantil, pensé que en la vida ocurría lo mismo, trate de ver si existía ese “agua transparente” que distorsionaba las cosas, si había situaciones que parecían ser de una manera y al final eran de otra, si incluso mis actitudes sufrían un cambio desde que salían de mi ser hasta que llegaban a los demás.
Divague entre recuerdos y pensamientos, algunos bastantes superficiales, debo reconocer, pero otros totalmente llenos de sentimientos y vacios de intenciones. Silencios crepusculares empezaron a despertarse y a traerme aromas de tiempos remotos y felices que ya había sepultado.
En ese momento un frio me recorrió todo el cuerpo, me erizo la piel…me dejó sin respiración.
Empecé a tratar de razonar como había llegado a ése estado, trate de quitar ésa idea que tanto acechaba a mi cabeza, no era la razón por la que estaba aquí, vine a hacer otra cosa…
Inmediatamente recordé ésos días hermosos de sol y éste inclusive…”qué bueno es tener tiempo para meditar un poco en soledad” pensé.
Aunque mis pensamientos se hayan abierto caminos prohibidos y olvidados.
“Sí, evidentemente nunca las cosas parecen ser lo que en realidad son, hasta los sentimientos a veces suelen confundirse y mal interpretarse.” Susurre.
Mi mente otra vez se perdió en recuerdos borrosos y en blanco y negro, volví a pensar en todo el peso que mi espalda tenía que soportar, en las piedras pesadas de la vida que cada individuo debe llevar, fracasos,
derrotas, amigos, familia, etc.
Una vez más luché y pude sacar ése pensamiento recurrente de mi cabeza.
En ése instante sentí una brisa cálida que refrescaba mi cara sudada y caliente.
Ésa era la señal que necesitaba…
Tomé mi mochila pesada y salté sin dudarlo. “que fresco que me siento ahora” fue en lo último en lo que pensé…
“SEISU”